La explicación hay que buscarla en algo más de un siglo atrás,cuando centenares de rumberos y, buscadores de fortunas de las islas caribeñas vieron en las minas de oro de la región, la promesa de una fácil riqueza.
Para una gran parte de la población venezolana, el carnaval no es más que otro puente que sirve, es para ir a la playa y relajarse con un buen descanso. Pero,en El Callao, Guasipati y otras regiones aledañas del Estado
Bolívar, es una larga tradición que lleva a celebrar estas fiestas en grande: desfiles, disfraces, comparsas y sobre todo,mucho calipso, que invita a divertirse por unos días antes del período de la cuaresma.
Desde el principio del siglo XX, El Callao, ha gozado de forma tal, por sus celebraciones carnestolendas, que tiene la particularidad de poseer un sabor más cercano a las islas caribeñas que a la propia cultura criolla, como lo hace ver y sentir el ritmo del calipso, con sus términos en inglés, y las llamadas ¡ madamás ! elegantemente trajeadas a la usanza típica de las Antillas británicas y francesas.
Fundamentalmente, esto se debe a su historia de pueblo minero fundado en 1.855. Este mismo año fue el
hallazgo de minas auríferas, como una de las concentraciones más ricas del mundo. Cuando las noticias empezaron a divulgarse, la fiebre del oro prendió de inmediato entre los buscadores de fortuna de todas partes del mundo, que rápidamente acudieron a la región guayanesa, persiguiendo la quimera del enriquecimiento inmediato.
Ya en las primera década que siguió a su descubrimiento, El Callao contó con más de una decena de compañías, dedicadas a la minería. Así, la población local fue ampliada con un nutrido número de norteamericanos, ingleses, franceses y en especial, una gran cantidad de personas de las islas caribeñas, que trajeron consigo sus costumbres y sus lenguas, incluyendo, claro está, la celebración del carnaval, cuyas formas y tradiciones se deben en particular al último grupo.
La riqueza obtenida a través del oro,permitió a estos ciudadanos proveniente de las islas caribeñas, importar para sus desfiles lujosos disfraces que contribuyeron enormemente al ambiente, y a la emoción festiva.. Hoy por hoy, son los niños principalmente los que componen las comparsas y se nota todavía por parte de los adultos una gran inversión de tiempo, dinero y creatividad en la confección de los trajes.
Uno de estos grupos que más llama la atención, es el conformado por las ¡ madamás !, que se reconocen
fácilmente por vestir con amplias faldas largas y turbantes típicos de las islas de Martinica y de Guadalupe.
Por tal razón, es importante hacer notar, que estas elegantes damas, también son las principales personas que dirigen todas y cada una de estas actividades carnestolendas.
En tal virtud y, para dar por terminado este breve reportaje cuya iniciativa me ha permitido compartir con todos y cada uno de mis amigos, quiero expresarles mi profunda gratitud por su receptividad que tengan a bien hacer.-